La Intuición

ALGUNAS  DEFINICIONES

  • Conocimiento sui generis, comparable al instinto y al sentido artístico, que nos revela lo que los seres son en si mismos, por oposición al conocimiento discursivo y analítico que nos lo hace conocer desde fuera. (Alberto L. Merani).
  • La intuición es la facultad que tiene el hombre de conocer de modo inmediato, esto es, sin previo razonamiento lógico. (Tulio H. Arvelo).
  • La intuición, es en esencia, llegar a decisiones o conclusiones sin los procesos explícitos o conscientes del pensamiento razonado. (Richard L. Gregory).
  • La intuición es la aptitud de comprender un problema complejo de forma directa, sin hacer uso del intelecto conscientemente. (André Kostolany).

Todas estas definiciones, muy semejantes, pueden resumirse en la que aparece en el prefacio de esta obra; donde se define como “la capacidad de obtener un conocimiento nuevo sin la intervención de los sentidos ni de la inteligencia”. Este proceso ocurre de manera fugaz y repentina.

LA INTUICIÓN Y EL MÉTODO DISCURSIVO

Para comprender mucho mejor el método intuitivo, es conveniente, por consiguiente, que sea expuesto en contraposición al método discursivo.

El método discursivo tiene que ver con la palabra

“discurrir” y con la palabra “discurso”. Discurrir y discurso dan la idea no de un único acto enderezado hacia el objeto, sino de una serie de actos, de una serie de esfuerzos sucesivos para captar la esencia o realidad del objeto.

Discurso, discurrir, conocimiento discursivo es, pues, un conocimiento que llaga al termino apetecido mediante una serie de esfuerzos sucesivos que consisten en ir fijando, por aproximación sucesiva, una tesis que luego son contradichas, discutidas por uno mismo, mejoradas, sustituidas por otras nuevas tesis o afirmaciones, y así hasta llegar a abrazar por completo la realidad del objeto y por consiguiente obtener, de esta manera el concepto.

El método discursivo es, pues, esencialmente un método indirecto. En vez de ir el intelecto recto al objeto, se pasea, por decirlo así, alrededor del objeto, lo considera y contempla en múltiples puntos de vista; lo va abrazando cada vez mas de cerca, hasta que por fin consigue forjar un concepto que se aplica perfectamente a él.

Por su parte el método intuitivo es todo lo contrario. Consiste en un acto único del intelecto que de pronto, súbitamente, se lanza sobre el objeto, lo aprehende, lo fija, lo determina por una sola visión de la mente. Por eso la palabra “intuición” tiene que ver con la palabra “intuir”, la cual, a su vez, en latín significa “ver”. Intuición vale tanto como visión, como contemplación.

El carácter mas aparente del método de la intuición es el ser directo, mientras que el método discursivo es indirecto. La intuición va directamente. Por medio de la intuición se obtiene un conocimiento inmediato; mientras que por medio del discurso, del discurrir o razonar, se obtiene un conocimiento mediato, al cabo de ciertas operaciones sucesivas.

 TIPOS DE INTUICIÓN

 Sensible

Esta clase de intuición la practicamos a cada instante. Cuando con una sola mirada percibimos un objeto, un árbol, una mesa, un hombre, un paisaje, con un solo acto hemos llegado a tener, a captar ese objeto. Esta intuición es inmediata, es una comunicación directa entre mí y el objeto. La intuición sensible no se aplica más que a objetos que se dan para los sentidos, y por consiguiente, solo es aplicable y valida para aquellos casos que por medio de las sensaciones nos son inmediatamente dados. También este tipo de intuición, en rigor, no nos proporciona conocimientos, porque como no se dirige mas que a un objeto singular, a este que está delante de mi, al que efectivamente está ahí, la intuición sensible tiene el carácter de la individualidad, no es valida mas que para ese particular objeto que está delante de mi.

 Espiritual

Un ejemplo de intuición espiritual ocurre cuando nosotros aplicamos nuestro espíritu a pensar un objeto: “que una cosa puede ser y no ser al mismo tiempo”, vemos sin necesitad de demostración, con una sola visión del espíritu, con una evidencia inmediata, directa y sin necesidad de demostración, que una cosa pueda ser y no ser al mismo tiempo. El principio de contradicción, como lo llaman los lógicos, es pues, intuido por una visión directa del espíritu.

Cuando yo digo que el color rojo es distinto del color azul, también ésta diferencia entre el rojo y el azul la veo con los ojos del espíritu mediante una visión directa o inmediata. Este es otro ejemplo de intuición espiritual. Son sensibles la intuición del rojo y del azul; pero la intuición de la relación de diferencia es espiritual.

 Formal

Si consideramos los ejemplos anteriores, nos damos en seguida cuenta de que ellos nos ponen ante un género de objetos que son siempre relaciones; y estas relaciones son de carácter formal. Se refieren a la forma de los objetos. No a su contenido, sino a ese carácter por decirlo así exterior, que todos los objetos tienen de común: la dimensión, el tamaño, etc. Entonces, por medio a esta intuición, percibimos directamente formas de los objetos: el ser mayor o el ser menor; el ser grande o el ser pequeño con relación a un modelo; el poder ser y no ser al mismo tiempo.

 Real

La intuición real penetra al fondo mismo de la cosa, llega a captar su esencia, su existencia y su consistencia. Esta intuición de carácter real, es salida del espíritu que va a ponerse en contacto con la intima realidad esencial y existencial de los objetos.

 Intelectual

Cuando la persona pone principalmente en juego sus facultades intelectuales, entonces tenemos la intuición intelectual. Esta intuición intelectual tiene en el objeto su correlato exacto. Es sabido que todo acto del sujeto, todo acto del espíritu en su integridad, se endereza hacia los objetos, y el acto del sujeto tiene entonces siempre su correlato objetivo.

El correlato objetivo, cuando la intuición es predominantemente intelectual, consiste en la esencia del objeto. La intuición intelectual es un esfuerzo por captar directamente, mediante un acto directo del espíritu, la esencia, o sea lo que el objeto es.

 Emotiva

En la intuición emotiva actúan predominantemente motivos de carácter emocional. Esta tiene también su correlato en el objeto. El correlato, a que se refiere en intencionalidad la intuición emotiva, no es ya la esencia del objeto, no es ya lo que el objeto es, sino el valor del objeto, lo que el objeto vale.

 Volitiva

En este tipo de intuición las motivaciones internas del sujeto son predominantemente volitivas. Esta tercera intuición en donde los motivos que chocan son derivados de la voluntad, derivados del querer, tiene también su correlato en el objeto. No se refiere ni a la esencia, como la intuición intelectual, ni el valor, como la intuición emotiva. Refiere a la existencia, a la realidad existencial del objeto.

INTUICIÓN BERGSONIANA

Enrique Bergson, filosofo francés (1859-1941). Este pensador contemporáneo contrapone la actividad intelectual y la actividad intuitiva. Para Bergson la actividad intelectual consiste en hacer lo que hacen los científicos; consiste en hacer lo que hacen los hombres en la vida ordinaria; consiste en tomar las cosas como cosas quietas, estáticas, compuestos de elementos, que se pueden descomponer y recomponer, como el relojero compone y descompone un reloj. El científico, el economista, el banquero, el comerciante, el ingeniero, tratan la realidad que tienen ante si como un mecanismo cuyas bases se pueden descoyuntar y luego volver a acoyuntar. El científico, el matemático, considera las cosas que tiene delante como cosas quietas, que esta ahí, esperando a que él llegue para dividirlas en partes y fijar para cada elemento sus ecuaciones definidas y luego reconstruir esas ecuaciones.

Según Bergson, este aspecto de la realidad que la inteligencia, estudia de ésta manera, es el aspecto superficial y falso de la realidad. Por debajo de esa realidad mecánica que se puede descomponer y recomponer a capricho, por debajo de esa realidad que él dice realidad ya hecha, está la mas profunda y autentica realidad que es una realidad haciéndose, que es una realidad imposible de descomponer en elementos intercambiables, que es una realidad fluyente, sin distinciones, sin separaciones, ni estancamientos; que es por consiguiente, una realidad en el fluir del tiempo, que se va de las manos tan pronto como queremos apresarla, como cuando echamos agua en un cesto de mimbre, el agua se escapa por las aberturas.

Del mismo modo, para Bergson el intelecto verifica sobre esa realidad profunda y movediza, una operación primaria que consiste en solidificarla, en detenerla, en transformar lo fluyente en quieto. De ese modo se hace fácil la explicación, porque habiendo transformado el movimiento en inmovilidad, se descompone el movimiento en una serie infinita de puntos inmóviles.

Por eso para Bergson, Zenón de Elea, el famoso autor de los argumentos contra el movimiento, tendrá razón en el terreno de la intelectualidad y no tendrá jamás razón en el terreno de la intuición viviente. La intuición viviente tiene por misión abrirse paso a través de esas concreciones del intelecto, para usar una metáfora. El intelecto lo primero que ha hecho ha sido congelar el río de la realidad, convertirlo en hielo sólido, para poderlo entender y manejar mejor; pero lo ha falseado al transformar lo liquido en sólido, porque la verdad es que es liquido por debajo, y lo que tiene que hacer la intuición es romper esos témpanos artificiales de hielo mecánico, para llegar a la fluencia misma de la vida, que discurre por debajo de esa realidad mecánica.

 La creatividad

 COMO NACEN LAS IDEAS

Todos hemos pasado por el mismo trance: un problema nos atormenta hasta que, en el momento más inesperado, surge la respuesta, clara, evidente, y con una simpleza abrumadora. “! Como no se me había ocurrido antes!”, exclamamos.

Hoy, el mechudo es una herramienta tan familiar que da la impresión de que cualquiera podría haberla inventado, pero a nadie se le había ocurrido hasta 1956, en que el español Manuel Jalon Corominas juntó en un mismo objeto el palo y la bayeta para él evitar el incomodo arrodillamiento que exigía la limpieza del hogar.

Corominas asoció conceptos distanciados por naturaleza: consumó un matrimonio contra natura que antes nadie había sospechado. Esa parece ser la esencia de la creatividad.

El pensador Arthur Koestler describe precisamente la historia de las ciencias como una sucesión de emparejamientos de ideas anteriormente tomadas por extrañas entre si. Un ejemplo: la Luna y las mareas eran realidades muy diferentes, pero el romano Plinio las puso en comunicación y quedaron unidas para siempre.

“No se trata de un conjunto de habilidades especiales otorgadas por los dioses, sino solo de un modo de pensar ordinario que hay personas que usan con mayor frecuencia”, explica Manuela Romo, profesora en la Universidad Autónoma de Madrid y autora de un libro sobre la psicología de la creatividad.

Hace 40 años, el psicólogo norteamericano Jay Paul Gilford acuñó el término que más fortuna haría a la hora de explicar estas fructíferas operaciones de la mente: el pensamiento divergente; es decir, una forma de pensar flexible y original. Es todo lo contrario de la lógica o pensamiento convergente, mecanismo de una inteligencia (rígida y conservadora) que se afana en buscar respuestas inequívocas mediante métodos ya probados. Aferrado a sus patrones, el cerebro se resiste a abordar el problema desde una perspectiva inédita, clave de la creación.

Los pensadores de más corta edad son el modelo a seguir. Mientras para los adultos un lápiz es algo con lo que se escribe, para ello puede ser un cohete, un arma arrojadiza, un barco que flota… Cuanto mas años cumplimos, más nos pesan la experiencia y el juicio critico. La libre imaginación es censurada, se atrofia.

Edward de Bonó, inventor del conocido termino pensamiento lateral, lo explica muy gráficamente: el pensamiento vertical (lógico) ahonda siempre en el mismo agujero para buscar un tesoro, cuando talvez seria preciso practicar otro agujero nuevo. Algo similar decía Einstein: no se trata de buscar soluciones, sino de plantearse nuevas preguntas.

Aparentemente cuando nos desbloqueamos, la lucidez irrumpe sin anunciar su visita: es la llamada teoría del ajá.

Unos de sus máximos valedores, el matemático Henri Poincaré, narra su propia experiencia, vivida una noche de insomnio: “Las ideas surgieron por multitudes; las sentí chocar unas con otras, hasta que, por así decirlo, se fueron acoplando a pares formando parejas estables”.

Para Poincaré, la subconciencia, libérrima, realizaba todas las combinaciones posibles, mientras el pensamiento consciente prestaba atención a otros asuntos. La mayoría de investigadores, piensa no obstante, que el creador no deja de trabajar el problema. Durante la llamada incubación, la mente sigue maquinando aunque estemos por ejemplo, viendo una película.

El filosofo José Antonio Marina sostiene que la creatividad consiste en dar una solución nueva y aceptable a un problema sin solución fija. Ni más ni menos. Y en ésta categoría entra lo mismo una sinfonía que una ingeniosa chapuza casera.

Esto quiere decir que la creatividad es un hábito perfeccionable. Los dioses no insuflan ideas con su aliento, es decir, no inspiran al creador, como creía Platón. Toda persona puede ser creativa.

 EL TALENTO DE LOS CREADORES

Detrás de cada gran hallazgo creativo hay una historia (a veces heroica) de tenacidad e independencia. Todos los intentos por deducir causas genéticas han fracasado, pues nadie ha podido demostrar que los grandes creadores nacen predestinados a serlo. Aunque un cierto talento innato es necesario, tiene que ir acompañado de otras virtudes imprescindibles para triunfar en un mundo hostil a la novedad.

Este talento se va fraguando desde los primeros años de edad, lo cual no significa que los creadores brillen especialmente en el colegio: Darwin, Churchill y Einstein, por ejemplo, sacaban malas notas. Dice Thomas G. West en su libro En el ojo de la mente: “Las personas excepcionales a veces son mejores creando conocimientos nuevos que absorbiendo y reteniendo los viejos. Algunas de las mentes mas lucidas pueden encontrarse al fondo de la clase”. Pero puede decirse aun más: por increíble que parezca, no hay un nexo directo entre inteligencia y creatividad.

Según la llamada hipótesis del umbral, ambas capacidades pueden ir de la mano hasta un coeficiente intelectual de 120, pero a partir de ahí la inteligencia puede muy bien desligarse de las fuerzas creativas o incluso estorbarlas.

Descubrir a un creador de raza a simple vista, por lo tanto, no es tarea fácil. Hace algún tiempo, el psicólogo Donald W. Mckinnon, sometió a prueba a un grupo de arquitectos reconocidos de Estados Unidos y llegó a la conclusión de que los hombres más creativos puntuaban en las categorías llamadas femeninas, es decir, apertura de sentimientos, intuición y otras características que se suelen atribuir a las mujeres.

Otros estudios les han adjudicado las siguientes actitudes: independencia, autonomía y, sobre todo, tolerancia a la ambigüedad, es decir, no rechazar lo que no atiende a patrones normales, como un cuadro abstracto.

Pero hay un rasgo que resume todos los anteriores. George Bernard Shaw creía que “el artista dejaría de morir de hambre a su mujer, que sus hijos fueran descalzos y que su madre tuviera que trabajar a los 70 años para poder sobrevivir, antes que trabajar en cualquier cosa que no sea su arte”. Las ultimas investigaciones colocan en primer lugar una motivación tal que permita al fuera de serie soportar el dolor físico o el sufrimiento psicológico.

Semejante entrega tiene unas características casi amorosas. La psicóloga social Teresa Amabile pudo comprobar con tests de laboratorio que los creadores que trabajan por puro placer obtienen resultados mas creativos que los que lo hacen por una recompensa material.

A veces, este gozo puede adquirir tintes masoquistas: “Amo mi trabajo como el asceta ama el cilicio que le araña el vientre”, decía Flaubert, a quien su nivel de concentración puede hacerle merecer con toda propiedad el tópico apelativo de “sabio distraído”. Para ilustrar esta capacidad, los psicólogos suelen contar el caso del químico J. Teeple, que, dándole vueltas a su trabajo, una mañana se bañó dos veces seguidas.

“El hombre con una ideas nueva es un loco hasta que la idea triunfa”, escribió Mark Twain. El quid de la cuestión reside en saber cuanto se puede aguantar la presión de ser considerado un bicho raro. Solo los más grandes lo superan.

 LA EMPRESA

A lo largo de la historia, la creatividad no ha gozado de muy buena prensa. En la Edad Media, crear era patrimonio exclusivo de Dios, y los talentos originales estaban mal vistos: eran perseguidos y hasta quemados por los inquisidores. Luego, a partir del Renacimiento, genios como Leonardo y Miguel Ángel se revelaron e impusieron su personalidad creadora. Pero seguían siendo sujetos extravagantes, tocados con un aura divina. Y la creatividad era un concepto asociado solo a los ámbitos artísticos.

Hoy, esto ha cambiado: empresarios, publicitarios, ingenieros e incluso futbolistas son apreciados precisamente por su creatividad, virtud que amenaza con desbancar a la inteligencia.

David de Prado, director del Master Internacional de Creatividad Aplicada Total, de la Universidad de Santiago de Compostela, invita a hacer la prueba: “Miremos alrededor en nuestra habitación. ¿Qué objeto no es producto de la imaginación o el ingenio creador?”

Nuestra frenética sociedad de consumo, en la que los productos envejecen en semanas, ha disparado la cotización de las ideas. En Estados Unidos, cuatro de cada diez empresas con más de cien trabajadores proporcionan a sus empleados una preparación especial para aguzar su ingenio. Cualquiera puede tener buenas ocurrencias si se ponen los medios adecuados, piensan ahora en el mundo de los negocios.

En la década de los cincuenta, Alex F. Gordon, director de una agencia publicitaria norteamericana, se percató de que pocos empleados aportaban ideas y de que, además, el resto torpedeaba con sus criticas las que surgían. Decidido a frenar esta actitud destructiva, Gordon se llevó a las reuniones una campanilla que hacia sonar cada vez que se criticaba una inspiración ajena. Así nació la tormenta de ideas (en ingles, brainstorming), la mas extendida técnica para estimular la creatividad. Como su nombre indica, supone liberar la imaginación colectiva para acumular el mayor número de sugerencias sobre un problema determinado. La regla de oro: prohibido censurar cualquier ocurrencia, por disparatada que parezca.

Cuestionada por premiar la cantidad sobre la calidad, la tormenta de ideas ha sido perfeccionada por otras técnicas, como la sinéctica, que obliga a realizar un grupo de asociaciones de ideas remotas o analogías que transforman lo extraño en familiar. Por ejemplo, un científico de una firma estadounidense dio con la estructuraquímica del tinte para una fibra industrial imaginando que se introducía dentro del tejido como si caminara por un túnel.

La llamada imaginería guiada es aun más radical. En una de las sesiones del Master de Santiago de Compostela (en las que intervienen tanto ejecutivos como artistas), los participantes se metamorfosean con la imaginación en peces para visualizar los efectos de la contaminación. Viviendo la polución fluvial en sus escamas, estarán más calificados para buscar después soluciones.

Algunos programas informáticos lanzan ya extravagantes sugerencias al margen de los razonamientos habituales y ayudan a desarrollar el pensamiento analógico y metafórico. Pero ningunas de las decenas de técnicas existentes funciona si no se eliminan la jerarquización, la rutina y otros enemigos mortales de la creatividad. Debe existir un clima favorable y un buen sistema de comunicación de ideas. Condiciones sine qua non, opinan los expertos en el campo.

El ejemplo clásico es el de los Postit, las famosas notas adhesivas. Robert Fry, un científico de la multinacional 3M, estaba harto de que, cuando cantaba en el coro de su parroquia, se le cayeran las señales de su libro de himnos. Aprovechando el tiempo laboral que la empresa reservaba a todos los empleados para que inventaran algo, probó con pegamento poco eficaz que había ideado un colega. La dirección puso en marcha la sugerencia y obtuvo grandes beneficios.

Francisco Aguadero, responsable de las relaciones publicas de 3M en Europa, indica que estos hallazgos son fruto de una mentalidad: “En nuestra empresa, donde el 30 por ciento de los productos tiene menos de cuatro años de existencia, no se considera a los trabajadores mano de obra, sino mentes pensantes”.

En Japón, esta cultura (que alguien ha llamado creativogénica) lleva varios años de ventaja. Iniciativas como el buzón de sugerencias proporcionan a Toyota 300 ideas al año, una cifra 30 veces mayor de las que recibe una empresa europea de las mismas proporciones.

Otro hallazgo nipón son las sesiones waigaya: durante días, un grupo de empleados se encierra para practicar tormentas de ideas y luego se dedican a recorrer las dependencias de la firma para informar al personal de sus resultados. Esta estrategia es impensable en una empresa occidental.

Pero, además, la divulgación de la cultura creativogénica puede hacernos la vida más agradable a todos. Como decía el psicólogo Abraham Maslow, “es mejor hacer una sopa de primera clase que pintar un cuadro de segunda”.

Bien mirado, la vida cotidiana está llena de situaciones que apelan a nuestra originalidad. ¿Por qué no organizar una tormenta de ideas para decidir el destino de las próximas vacaciones familiares? Exprimir la creatividad nos puede salvar de la rutina mortal o del estrés. De hecho, David de Prado imparte técnicas de relajación creativa, gracias a las cuales alguien puede escapar de un horrible embotella miento usando únicamente su imaginación.

Escribe el investigador Robert W. Weisberg: “Puede que no exista mas pensamiento que el creativo, dado que nuestro comportamiento ordinario comporta la adaptación con éxito a situaciones nuevas”. En la era de la velocidad y el cambio, tal vez crear llegue a ser tan necesario como andar o respirar.

 Biografía de famosos intuitivos

 ISAAC NEWTON

Físico, matemático y astrónomo ingles, (Woolsthorpe, Lincolnshire, 1642 – Londres 1727). Fue un niño prematuro y su padre murió antes de su nacimiento, a los treinta y siete años. Isaac fue educado por su abuela, preocupada por la delicada salud de su nieto. Su madre, mujer ahorrativa y diligente, se casó de nuevo cuando su hijo no tenía más que tres años. Newton frecuentó la escuela del lugar y, siendo muy niño, manifestó un comportamiento completamente normal, con un interés marcado por los juguetes mecánicos.

En junio de 1661, a los dieciocho años, era pues alumno del Trinity College, y nada en sus estudios anteriores permitía entrever o incluso esperar la deslumbrante carrera científica del fundador de la mecánica y la óptica.

Retirado con su familia durante los años 1665 – 1666, conoce un período muy intenso de descubrimientos: descubre la ley del inverso del cuadrado, de la gravitación, desarrolla su cálculo de fluxiones, generaliza el teorema del binomio y pone de manifiesto la naturaleza física de los colores. Sin embargo, Newton guarda silencio sobre sus descubrimientos y reanuda sus estudios en Cambridge en 1667.

Durante los últimos treinta años de su vida, abandonó prácticamente sus investigaciones y se consagró progresivamente a los estudios religiosos.

Los últimos años de su vida se vieron ensombrecidos por la desgraciada controversia, de envergadura internacional, con Leibniz a propósito de la prioridad de la invención del nuevo análisis. Acusaciones mutuas de plagio, secretos disimulados en criptogramas, cartas anónimas, tratados inéditos, afirmaciones a menudo subjetivas de amigos y partidarios de los dos gigantes enfrentados, celos manifiestos y esfuerzos desplegados por los conciliadores para aproximar a los clanes adversos. He aquí en pocas palabras los detalles de esta célebre controversia, que se terminó con la muerte de Leibniz en 1716, pero cuyas malhadadas secuelas se harán sentir hasta fines del siglo XVIII.

“No sé cómo puedo ser visto por el mundo, pero en mi opinión, me he comportado como un niño que juega al borde del mar, y que se divierte buscando de vez en cuando una piedra más pulida y una concha más bonita de lo normal, mientras que el gran océano de la verdad se exponía ante mí completamente desconocido”.

Esta era la opinión que Newton tenía de sí mismo al fin de su vida. Fue muy respetado, y ningún hombre ha recibido tantos honores y respeto, salvo quizá Einstein. Heredó de sus predecesores, como él bien dice “si he visto más lejos que los otros hombres es porque me he aupado a hombros de gigantes”. Los ladrillos necesarios, que supo disponer para erigir la arquitectura de la dinámica y la mecánica celeste, al tiempo que aportaba al cálculo diferencial el impulso vital que le faltaba.

AÑO OBRA U HECHO EDAD

  • 1666 Calculo Diferencial 24
  • 1669 Teoría corpuscular de la luz 27
  • 1669 Catedrático en el Trinity Collage (1696) 27
  • 1671 Construcción del telescopio 29
  • 1679 Teoría de la gravitación universal 37
  • 1687 Principios matemáticos de filosofía natural 45
  • 1696 Director de la moneda 54
  • 1703 Elegido presidente de la Royal Society 61
  • 1705 Es hecho caballero por la reina Ana 63

 SIGMUND FREUD

Medico austriaco (Freiberg, Moravia, 1856 – Londres 1939). Fue el fundador del psicoanálisis. En su edad madura, Freud hubo de comentar que la impresión que le causó su situación familiar un tanto enredada tuvo como consecuencia la de despertar su curiosidad y aguzar su inteligencia.

En 1873, finalizó sus estudios secundarios con excelentes calificaciones. Había sido siempre un buen estudiante, correspondiendo a los sacrificios en pro de su educación hechos por sus padres, que se prometían una carrera brillante para su hijo, el cual compartía sus expectativas. Después de considerar la posibilidad de cursar los estudios de derecho, se decidió por la medicina, aunque no con el deseo de ejercerla, sino movido por una cierta intención de estudiar la condición humana con rigor científico. A mitad de la carrera, tomó la determinación de dedicarse a la investigación biológica, y, de 1876 a 1882, trabajó en el laboratorio del fisiólogo Ernstvon Brücke, interesándose en algunas estructuras nerviosas de los animales y en la anatomía del cerebro humano.

En 1885, se le nombró Privatdozent de la Facultad de Medicina de Viena, en donde enseñó a lo largo de toda su carrera, primeramente neuropatología, y, tiempo después, psicoanálisis, aunque sin acceder a ninguna cátedra.

Su amistad con Breuer cristalizó, por entonces, en una colaboración más estrecha, que fructificaría finalmente en la creación del psicoanálisis, aunque al precio de que la relación entre ambos se rompiera. Entre 1880 y 1882, Breuer había tratado un caso de histeria (el de la paciente que luego sería mencionada como «Anna O.»); al interrumpir el tratamiento, habló a Freud de cómo los síntomas de la enferma (parálisis intermitente de las extremidades, así como trastornos del habla y la vista) desaparecían cuando ésta encontraba por sí misma, en estado hipnótico, el origen o la explicación. En 1886, luego de haber comprobado en París la operatividad de la hipnosis, Freud obligó a Breuer a hablarle del nuevo del caso y, venciendo su resistencia inicial, a consentir

en la elaboración conjunta de un libro sobre la histeria. Durante la gestación de esta obra, aparecida en 1895, Freud desarrolló sus primeras ideas sobre el psicoanálisis. Breuer participó hasta cierto punto en el desarrollo, aunque frenando el alcance de las especulaciones más tarde características de la doctrina freudiana y rehusando, finalmente, suscribir la creciente convicción de Freud acerca del papel desempeñado por la sexualidad en la etiología de los trastornos psíquicos.

En 1896, luego de romper con Breuer de forma un tanto violenta, Freud empezó a transformar la metodología terapéutica que aquél había calificado de «catarsis», basada en la hipnosis, en lo que él mismo denominó el método de «libre asociación». Trabajando solo, víctima del desprecio de los demás médicos, el tratamiento de sus pacientes le llevó a forjar los elementos esenciales de los conceptos psicoanalíticos de «inconsciente», «represión» y ‘transferencia’.

Hasta 1905, y aunque por esas fechas sus teorías habían franqueado ya definitivamente el umbral de los comienzos y se hallaban sólidamente establecidas, contó con escasos discípulos. Pero en 1906 empezó a atraer más seguidores; el circulo de los que, ya desde 1902, se reunían algunas noches en su casa con el propósito de orientarse en el campo de la investigación psicoanalítica, fue ampliado y cambió, incluso, varias veces de composición, consolidándose así una sociedad psicoanalítica que, en la primavera de 1908, por invitación de Karl Gustav Jung, celebró en Salzburgo el Primer Congreso Psicoanalítico.

AÑO OBRA O HECHO EDAD

  • 1900 La interpretación de los sueños 44
  • 1905 Tres ensayos para una teoría sexual 49
  • 1910 Funda la asociación psicoanalítica internacional 54
  • 1912 Tótem y Tabú 56
  • 1920 Mas allá del principio del placer 64
  • 1927 El porvenir de una ilusión 71
  • 1930 El malestar de la cultura 74
  • 1939 Moisés y el monoteísmo 83

 ALBERT EINSTEIN

Físico alemán (Ulm 1879 – Princeton 1955), nacionalizado norteamericano en 1940. De padres judíos, comienza a ir a una escuela primaria católica en Munich donde pasó su juventud. Allí su familia poseía un pequeño local que fabricaba maquinaria eléctrica. No habló hasta la edad de tres años, pero aún de joven mostró una brillante curiosidad en torno a la naturaleza y una habilidad para entender difíciles conceptos matemáticos. A los doce años aprendió geometría por sí mismo.

Tímido y retraído, con dificultades en el lenguaje y lento para aprender en sus primeros años escolares; apasionado de las ecuaciones, cuyo aprendizaje inicial se lo debió a su tío Jakov que lo instruyó en una serie de disciplinas y materias, entre ellas álgebra: “…cuando el animal que estamos cazando no puede ser apresado lo llamamos temporalmente “x” y continuamos la cacería hasta que lo echamos en nuestro morral”, así le explicaba su tío, lo que le permitió llegar a temprana edad a dominar las matemáticas. Dotado de una exquisita sensibilidad que desplegó en el aprendizaje del violín, Albert Einstein fue el hombre destinado a integrar y proyectar, en una nueva concepción teórica, el saber que muchos hombres de ciencia anteriores prepararon con laboriosidad y grandeza. El resto de su educación no es extraordinaria, concluyendo sus estudios superiores en la Escuela Politécnica Federal Suiza.

En la primavera de1905, luego de estudiar la naturaleza de la materia y la radiación, y cómo interactuaban en algún tipo de modelo unificado del mundo por diez años, Einstein comprendió que la raíz del problema yacía no en una teoría de la materia, sino en una teoría de la medición. Fue capaz de proponer una descripción correcta y consistente de los eventos físicos sin recurrir a presunciones especia-les sobre la naturaleza de la materia o la radiación, pero virtualmente nadie comprendió el argumento de Einstein.

Cuando Hitler llegó al poder en 1933, Einstein decidió de inmediato abandonar Alemania y viajó a los Estados Unidos. Allí consiguió un puesto en el Instituto de Estudios Avanzados de Princeton, Nueva Jersey.

En 1939 Einstein colaboro con varios físicos en la redacción de una carta al presidente Franklin D. Roosevelt, indicándole la posibilidad de fabricar una bomba atómica y la probabilidad de que el gobierno alemán se estuviera embarcando en tal proyecto. La carta, que llevaba sólo la firma de Einstein, ayudó a apurar los esfuerzos americanos para construir la bomba, pero Einstein mismo no tuvo parte en el trabajo, y desconocía todo sobre él en ese momento.

Sus esfuerzos a favor de causas sociales muchas veces fueron vistos como irreales. En realidad, todas sus propuestas eran objeto de su mayor atención. Como sus teorías científicas, estaban motivadas por una clara intuición, basada en un agudo y cuidadoso criterio que consideraba primordiales la observación y la evidencia. Aunque Einstein dio mucho de sí en pos de causas políticas y sociales, la ciencia siempre ocupó el primer lugar para él porque, como solía decir, sólo el descubrimiento de la naturaleza del universo tiene un significado perdurable.

“Soy en verdad un viajero solitario, y los ideales que han iluminado mi camino y han proporcionado una y otra vez nuevo valor para afrontar la vida han sido: la belleza, la bondad y la verdad.”

AÑO OBRA O HECHO EDAD

  • 1905 Teoría de la relatividad restringida 26
  • 1909 Profesor en la Universidad de Zurich 30
  • 1911 Profesor en la Universidad alemana de Praga 32
  • 1912 Retorna al Politécnico Nacional de Suiza 33
  • 1913 Es nombrado director del Instituto Kaiser Wilhem para la física en Berlín 34
  • 1916 Teoría de la relatividad generalizada 37
  • 1921 Recibió el premio de física 42
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